No es ningún secreto para quienes me conocen que me encantan los paseos, a ser posible en plena naturaleza, me recargan las pilas y me relajan.
Esos paseos son uno de mis momentos de paz, de encontrarme conmigo misma y de estar sumergida en mis pensamientos.
Pero a pesar de estar sumida en mis pensamientos, también son momentos en los que camino por el mundo con los ojos abiertos, atenta a lo que me rodea y a la belleza de las cosas sencillas que me pueda encontrar.
Desde una piedra con una forma curiosa, una tela de araña con gotas de lluvia en las que se refleja la luz del sol, un árbol en flor, una mariposa que revolotea a tu alrededor o la belleza de una atardecer, cualquier cosa puede capturar mi mirada mientras paseo.
Esta vez ha sido una nube en el cielo azul un día de mucho viento. Esa nube ni siquiera tenía una forma especial (que eso de imaginar a que se parecen algunas nubes, también es algo que me encanta) y aún así me pareció una imagen preciosa. Lo suficientemente preciosa como para intentar capturar su belleza y compartir mi "momento nube".
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