Ya sé que hace tiempo que no soy una niñita adolescente, ni una veinteañera tampoco. Mis treinta pasaron hace ya algunos lustros e incluso he dejado atrás el gran 4 delante de las velas que adornaban mi tarta todos los cumpleaños, todo eso no es ningún problema. Asumo mi condición de cinquentañera y, en general, estoy contenta y a gusto con mi edad a pesar de que, cómo creo que nos pasa a todos, en algún momento puntual me vea "forzada" (nótese el tono sarcástico en la palabra "forzada") a admitir ante mi misma que "una ya tiene una edad". Pero claro, los cincuenta míos no son ni los cincuenta de mi madre, ni muchísimo menos los de mi abuela, al menos de eso, siempre estaba convencida.
Ya en su momento, cuando me llamaron "Señora" por primera vez, aparte de que al principio ni siquiera me daba por aludida, me quedé con cara de "¿Como? ¡Señora es mi madre!" y me llevó un tiempo asumirlo. No es que a todas horas me lo estuvieran diciendo, no, pero las veces que lo hacían no me gustaba, hasta que con el tiempo (si, si, con el tiempo) me terminé acostumbrando y aunque seguía sin gustarme realmente, ya no me sentaba mal. También me lo suelo pasar pipa con los chistes y memes de "un día eres joven y al siguiente ...", sin pensar que conforme pasan los años, mis probabilidades de identificarme con ellos van en aumento.
Pero hoy, creo que he llegado al siguiente escalafón. Había bajado un momento al supermercado de la esquina a comprar cuatro cosas que me hacían falta. Al pasar por caja para pagar, me suelta el cajero, inocente de él "tenemos las chuches para Halloween de oferta, llévate unos para los nietos". ¡Momento shock! de hecho por un momento me quedé pensando "¿ha dicho nietos'" para acabar mirando al chaval ojiplática preguntándole "¿Pero tan mayor me ves?". El pobre, que a todo esto hay que aclarar que era jovencísimo, probablemente recién cumplida la mayoría de edad, no sabía donde meterse. Supongo que temía que pudiera montarle un pollo y no sabía por donde salir. Aclaro aquí que eso de montar pollos no va en mi naturaleza ni por asomo y menos por algo así.
Aunque a mis cincuenta-y-tantos biológicamente si que es cierto que la posibilidad de que yo pudiera tener nietos no es del todo descabellada, no es el caso. Posiblemente sea por eso que en mi subconsciente asociaba a una persona con nietos con alguien "suuuuuper mayor", por mucho que la parte no tan subconsciente de mi sabe perfectamente que nada más lejos de la realidad. En fin, este ha sido un claro caso de momento "un día eres joven y al siguiente te preguntan por tus nietos".
¿Quién sabe? Lo mismo es el comienzo de toda una serie dedicada a "Un día eres joven ..."
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